sábado, 12 de mayo de 2007

Yo no sé dónde estás

Yo no sé donde estás cariño, ni siquiera sé donde estás. Pero en una tarde de primavera, de un sábado tan soleado en Baztán, se me ilumina el corazón y todo me parece posible.

No quiero esperar al lunes que viene, cuando hará un año que te perdí. No quiero esperar a lo cotidiano, que me nubla el alma y me duerme en el aburrimiento para pensar en ti. Más aún... porqué yo me acuerdo de ti cada día.

Me acuerdo de ti porqué eras sin excepción lo que más quería, porqué no había nada ni nadie más leal que tu a mi alrededor. Ni siquiera yo misma.

Pero tuve que abrir la puerta trasera del coche ese domingo ahora hace un año y decirte que bajarás a perseguir a las ovejitas.

Sí, es que yo sabía que eso te encantaba. Y ya nos íbamos como otros domingos para Barcelona. Y pensé, al salir del restaurante de Felipe y Monique... “acerquémonos un momento al puerto de Otxondo... que tú y Lara corráis por el momento un momento más este fin de semana antes de irnos...”...

Y ya no volviste, Bart. Y a mi ya ni me importa que no estés conmigo... a mi me preocupa si estás o no estás y si estás, si estarás bien, si no habrás pasado hambre y frío, si alguien te habrá recogido y te habrá dado cariño.

Lo peor que le puede pasar a alguien es perder algo que no le pertenece: si eso eras y eres tú para mi. Y no saber, es aún lo peor, y la pena me mata.

Por eso te escribo, aunque haya alguien que nos lea y no lo entienda, por eso te escribo.

Porqué echo de menos tu compañía, tu cariño... porqué solo yo sé cómo te comportabas... sólo yo sé cómo te me gané cuando, con dos añitos, llegaste a mi casa y me cambiaste la vida y los hábitos y dejé de viajar y empecé a llegar antes cada día para sacarte y tenía siempre alguien, tú, que al abrir la puerta, me esperaba ansioso.

Tú y yo. Hemos compartido muchas cosas

Cuando te perdí pensé: “Un año, si en un año no aparece lo habré perdido”.

Ese año ha pasado ya. De nada sirvieron los anuncios en Diario de Navarra, el anuncio en radio Xorroxín, los cientos de carteles y las excursiones en las que te busqué.

Hoy ya sé que te he perdido y necesito llorar, en silencio y a escondidas. Porqué tampoco quiero apenar a Juan Carlos.

Te querré siempre. No sabes cuánto.